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Un mes después de dar la voz de alarma, Fagor Electrodomésticos presentó ayer concurso de acreedores para la casa matriz de Arrasate y la filial irlandesa en la que están registradas sus marcas. Al final se ha optado por un concurso abierto, no se solicita la liquidación de la cooperativa, y queda por tanto viva la posibilidad de reflotar las unidades de negocio que sean rentables.
Habrá que esperar cerca de cuatro meses hasta que se aclare si hay margen para salvar algo y casi un año hasta que se resuelva el concurso. Durante el proceso se podrán vender fábricas por separado e incluso trocear el grupo por unidades de negocio para su compra por inversores con un plan de negocio. La alternativa era la liquidación en subasta con el riesgo de desmantelamiento que conlleva. Se avanza en cambio hacia un concurso ordenado en el que los informes de los administradores concursales y de la actual dirección establecerán las bases sobre las que se diseñará el futuro de lo que hoy es Fagor. La cooperativa no ha logrado los 170 millones de euros que necesitaba para continuar con su actividad y entra en un escenario complejo, pero que no supone un punto y final.
viabilidad Son varios los agentes implicados que han puesto el acento sobre esa cuestión durante las últimas horas. Entre ellos el Gobierno vasco y Kutxabank, que tendrán un papel clave en el acompañamiento de la solución. Y ayer lo hicieron voces desde dentro del grupo cooperativo. Tras formalizarse el concurso, la Corporación Mondragón mostró su disposición a colaborar con la marca de electrodomésticos en el rescate de las plantas que sean rentables y se reafirmó en su apuesta por activar un plan de recolocaciones para los cooperativistas que se queden en paro. Fagor, que había dicho hasta ahora que el concurso suponía automáticamente la liquidación, cambió de registro y afirmó que será el juez quien determine "la viabilidad de la empresa para alcanzar un convenio con los acreedores".
El fabricante de electrodomésticos informó a mediodía de la presentación del concurso sin concretar cuándo se formalizará el de Edesa y otras filiales como Grumal. "Lamentamos no haber podido contar con la financiación suficiente para continuar la actividad productiva y salvaguardar los intereses de los empleados, socios y acreedores como hemos venido haciendo a la lo largo de estos 50 años de historia", aseguró su director general, Sergio Treviño.
El concurso "pone fin" al periodo en el que ha buscado "sin éxito" liquidez para mantener vivo el proyecto empresarial. Por ese camino se ha encontrado la negativa de la Corporación Mondragón, que rechazó inyectar 50 millones más tras haber aportado 70 millones en mayo. Ni los fondos de inversión ni los competidores a los que ha acudido han considerado atractiva la inversión. Fagor recordó que además ha llamado a la puerta de entidades financieras y que ha pedido la ayuda de las instituciones públicas, un frente en el que el Gobierno vasco ligó su asistencia a un plan de viabilidad y a un programa de inversiones que nunca llegaron.
Entre líneas del comunicado se intuye el malestar de la cooperativa con su casa matriz, que cortó el grifo para evitar que la crisis de su joya industrial se contagiara a todo Mondragón. A partir de ese momento, la solución empezó a alejarse y a estar en manos de otros. Con una deuda valorada en 850 millones, Fagor no ha sido capaz de encontrar inversores y no han funcionado los planes de gestión. Solo en el primer semestre del año se han perdido 67 millones por un agujero que no ha dejado de ensancharse desde que entró en números rojos en 2009.
La erosión de la crisis, la caída del consumo, la expansión internacional y la presión de los competidores han echado por tierra un proyecto empresarial que nació hace casi 60 años y que, como recordó ayer la Corporación Mondragón, es la "cooperativa madre" de todo el grupo.
La entrada en concurso de acreedores pone fin al Fagor del presente, que cuenta con 13 plantas en todo el mundo y 5 en Euskadi y 5.642 trabajadores, de las que unas dos mil son cooperativistas. Se abre un nuevo escenario en el que el objetivo es salvar todo lo salvable.
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